8.2.08

CAPITULO 11

Capítulo 11
EL TRATO
Si Kreacher había podido escapar de un lago lleno de inferis, Harry confiaba en que la captura de Mundungus le llevaría unas pocas horas como mucho, y rondó por la casa toda la mañana en un estado de máxima expectación. Sin embargo, Kreacher no volvió esa mañana o siquiera esa noche. A la puesta de sol, Harry se sentía desaminado y ansioso, y la cena compuesta mayormente por pan mohoso, sobre el que Hermione había intentando una variedad de Trasfiguraciones sin éxito, no ayudaron en nada.
Kreacher no volvió al día siguiente, ni el día después de ese. Sin embargo, dos hombres encapuchados habían aparecido en la plaza fuera del número doce, y se quedaron allí en la noche, mirando fijamente en dirección a la casa que no podían ver.
-Mortifagos, seguro, -dijo Ron, mientras él, Harry y Hermione miraban por la ventana del salón de dibujo-. ¿Seguro que no saben que estamos aquí?
-No creo -dijo Hermione, aunque parecía asustada-. o habrían enviado a Snape a por nosotros, ¿verdad?
-¿Creéis que ha estado aquí y tiene la lengua atada por la maldición de Moody? -preguntó Ron.
-Si, -dijo Hermione- de otro modo habría podido decirles como entrar aquí, ¿verdad? Pero probablemente estén vigilando para ver si aparecemos. Sabían que Harry es el dueño de esta casa, después de todo.
-¿Cómo lo... ? -empezó Harry.
-Los testamentos de magos son examinados por el Ministerio, ¿recuerdas? Saben que Sirius te dejó este lugar.
La presencia de los mortifagos fuera incrementó el humor amenazador dentro del número doce. No habían tenido noticias de nadie que estuviera más allá de Grimmauld Place desde el patronus del Señor Weasley, y la tensión empezaba a pasar factura. Inquieto e irritable, Ron había desarrollado el molesto hábito de jugar con el Desiluminador en sus bolsillos. Esto enfurecía particularmente a Hermione, que había abandonado la espera por Kreacher para estudiar Los Cuentos de Beedle el Bardo y no apreciaba la forma en que las luces seguían encendiéndose y apagándose.
-¡Quieres parar! -gritó la tercera noche de ausencia de Kreacher, cuando todas las luces se apagaron de nuevo en el salón de dibujo.
-¡Lo siento, lo siento! -dijo Ron, accionando el Desiluminador y restaurando las luces-. ¡No sé qué estoy haciendo!
-¿Bueno, puedo sugerirte que encuentres algo útil en que ocuparte?
-¿Algo como leer cuentos para niños?
-Dumbledore me dejó este libro, Ron...
-... y a mí me dejó el Desiluminador, ¡quizás se supone que tenga que usarlo!
Incapaz de soportar la pelea, Harry salió de la habitación sin que lo notara ninguno de los dos. Se dirigió escaleras abajo hacia la cocina, la cual seguía visitando porque estaba seguro de que era allí donde era probablemente aparecería Kreacher. A medio camino, sin embargo, oyó un golpe en la puerta delantera, después chasquidos metálicos y el rechinar de la cadena.
Todos los nervios de su cuerpo parecieron tensarse. Sacó su varita, adentrándose en las sombras junto a las cabezas de elfos decapitados, y esperó. La puerta se abrió. Vio un destello de luz de las farolas de la plaza de abajo, y una figura encapuchada se adentró en el vestíbulo y cerró la puerta tras ella. El intruso dio un paso hacia adelante y la voz de Moody pregunto. "¿Severus Snape?". Entonces la figura de polvo alcanzó el final del vestíbulo y se lanzó sobre él, alzando su mano muerta.
-No fui yo quien te mató, Albus, -dijo una voz tranquila.
La maldición se rompió. La figura explotó de nuevo, y fue imposible divisar al recién llegado a través de la densa nube gris que esta dejó atrás.
Harry apuntó su varita en medio de ella.
-¡No te muevas!
Había olvidado el retrato de la Señora Black. Al oir su grito, las cortinas que la ocultaban se abrieron y ella empezó a gritar "Sangresucia y basura deshonrando mi casa...".
Ron y Hermione se lanzaron escaleras abajo tras Harry, apuntando con las varitas, como él con la suya, al hombre desconocido que ahora estaba de pie con los brazos alzados en el vestíbulo de abajo.
-¡Alto el fuego, soy Remus!
-Oh, gracias a Dios, -dijo Hermione débilmente, apuntando con su varita al retrato de la Señora Black; con una detonación, las cortinas se cerraron de nuevo y se hizo el silencio. Ron también bajó su varita, pero Harry no.
-¡Muéstrate! -gritó.
Lupin se adelantó hasta la luz de la lampara, con las manos todavía alzadras en un gesto de rendición.
-Soy Remus John Lupin, hombrelobo, algunas veces conocido como Lunático, uno de los cuatro creadores del Mapa del Merodeador, casado con Nymphadora, normalmente llamada Tonks, y te enseñé como producir un Patronus, Harry, que tiene forma de ciervo.
-Oh, está bien, -dijo Harry, bajando la varita-, pero tenía que comprobarlo, ¿verdad?
-Hablando como tu exprofesor de Defensa Contra las Artes Oscura, tengo que estar de acuerdo con que tenías que comprobarlo. Ron, Hermione, no deberíais ser tan rápidos bajando vuestras defensas.
Corrieron escaleras abajo hacia él. Envuelto en su gruesa capa negra de viaje, parecía exhausto, pero se alegraron de verle.
-¿No hay rastro de Severus entonces? -preguntó.
-No, -dijo Harry-. ¿Qué está pasando? ¿Todo el mundo está bien?
-Si -dijo Lupin-, pero todos estamos siendo vigilados. Hay un par de motifagos fuera en la plaza.
-Lo sabemos...
-Tuve que Aparecerme exactamente en el escalón superior de la entrada para asegurarme de que no me vieran. No deben saber que estás aquí, o estoy seguro de que tendrían más gente fuera, han estado escarbando por todas partes buscando cualquier conexión contigo, Harry. Vamos abajo, tengo mucho que contaros, y quiero saber qué ocurrió después de que abandonárais la Madriguera.
Descendieron a la cocina, donde Hermione señaló con su varita a la chimenea. Un fuego surgió instantáneamente. Eso proporcionó una ilusión de comodidad sobre las sombrías paredes de piedra y brillo a la larga mesa de madera. Lupin sacó unas pocas cervezas de mantequilla de debajo de su capa de viaje y se sentaron.
-Estuve aquí hace tres días pero tenía que librarme de los mortifagos que me iban a la zaga, -dijo Lupin- ¿Entonces vinísteis directamente aquí después de la boda?
-No, -dijo Harry-. Solo depués de que toparamos con un par de mortifagos en un café de Tottenham Court Road.
Lupin se derramó casi toda su cerveza en la pechera.
-¿Qué?
Explicaron lo que había ocurrido, cuando hubieron terminado Lupin parecía consternado
-¿Pero como os encontraron tan rápidamente? Es imposible seguir a alguien que Desaparece, a menos que los agarres mientras desaparecen.
-Y no parece muy problable que estén sencillamente patrullando Tottenham Court Road todo el tiempo, ¿verdad? -dijo Harry.
-No preguntábamos -dijo Hermione tentativamente-, si Harry no podría estar todavía bajo el control del Rastro.
-Imposible, -dijo Lupin. Ron se mostró arrogante y Harry se sintió enormemente aliviado-. Dejando cualquier otra cosa aparte, estarían seguros de que Harry está aquí si todavía pudieran Rastrearle, ¿verdad? Pero no se me ocurre como pudieron seguiros a Tottenham Court Road, eso me preocupa, me preocupa realmente.
Pareció perturbado, pero por mucho que a Harry le preocupara eso, la cuestión podía esperar.
-Cuéntanos que ocurrió después de que nos marcháramos, no hemos tenido noticias desde que le padre de Ron nos dijo que la familia estaba a salvo.
-Bueno, Kingsley nos salvó, -dijo Lupin-. Gracias a su advertencia la mayoría de los invitados a la boda pudieron Desaparecer antes de que llegaran.
-¿Eran mortifagos o gente del Ministerio? -intervino Hermione.
-Una mezcla de ambos pero las intenciones y propósitos de todos ellos son los mismos ahora -dijo Lupin-. Había una docena, pero no sabían que tú estabas allí, Harry. Arthur oyó el rumor de que habían intentado sacarle tu paradero a Scrimgeour mediante la tortura antes de matarle; si es cierto, no cedió.
Harry miró a Ron y Hermione, sus expresiones reflejaban la misma mezcla de sorpresa y gratitud que sentía él. Nunca le había gustado mucho Scrimgeour, pero si lo que decía Lupin era verdad, al final el hombre había intentado proteger a Harry.
-Los mortifagos registraron la Madriguera de arriba a abajo -siguió Lupin-. Encontraron al fantasma, pero no quisieron acercarse demasiado y después interrogaron a aquellos de nosotros que quedamos durante horas. Intentaban conseguir información sobre ti, Harry, pero por supuesto nadie aparte de la Orden sabía que habías estado allí.
-En el mismo momento en que irrumpían en la boda, forzaban la entrada en cada casa del pais relacionada con la Orden. Ningún muerto, -añadió rápidamente, anticipándose a la pregunta- Pero fueron duros. Quemaron la casa de Dedalus Diggle, pero como sabéis él no estaba allí, y utilizaron la Maldición Cruciatus con la familia de Tonks. De nuevo, intentando averiguar adonde habías ido después de visitarles. Están bien... sacudidos, obviamente, pero aparte de eso bien.
-¿Los mortifagos consiguieron entrar en todas las casas protegidas con encantamientos? -preguntó Harry recordando lo efectivos que estos habían sido la noche en que se había estrellado en el jardín de los padres de Tonks.
-Lo que tienes que comprender, Harry, es que los mortifagos cuentan ahora con todo el poder del Ministerio de su lado, -dijo Lupin-. Tienen el poder para realizar hechizos brutales sin miedo a ser identificados o al arrestro. Se las arreglaron para penetrar cualquier hechizo defensivo que lanzamos contra ellos, y una vez dentro, eran libres de hacer lo que quisieran.
-¿Y no se molestaron en inventar ninguna excusa para torturar a la gente por averiguar el paradero de Harry?
-Bueno, -dijo Lupin. Dudó, después sacó una copia doblada de El Profeta.
-Aquí tienes, -dijo, empujándola a través de la mesa hacia Harry-. Lo ibas a averiguar tarde o temprano. Este es su pretexto para perseguirte.
Harry desplegó el periódico. Una enorme fotografía de su propia cara llenaba la página frontal. El titular decía así:

BUSCADO PARA SER INTERROGADO SOBRE LA MUERTE DE ALBUS DUMBLEDORE

Ron y Hermione rugieron indignados, pero Harry no dijo nada. Empujó lejos el periódico; no quería leer nada más. Sabía lo que diría. Nadie más que aquellos que habían estado en lo alto de la torre cuando Dumbledore había muerto sabíaN quien le había matado realmente, como Rita Skeeter ya había dicho al mundo mágico, Harry había sido visto alejándose corriendo del lugar de los hechos momentos después de que Dumbledore hubiera caído.
-Lo siento, Harry, -dijo Lupin.
-¿Así que los mortifagos han tomado El Profeta también? -preguntó Hermione furiosamente.
Lupin asintió.
-Pero seguramente la gente comprende lo que está pasando, ¿no?
-La estratagema ha sido limpia y virtualmente silenciosa, -dijo Lupin-. La versión oficial del asesinato de Scrimgeour es que dimitió, ha sido reemplazado por Pius Thicknesse, que está bajo la Maldición Imperius.
-¿Por qué Voldemort no se declara a sí mismo Ministro de Magia? -preguntó Ron.
Lupin rio.
-No lo necesita, Ron. En la práctica es el Ministro, ¿pero por qué debería sentarse tras un escritorio en el Ministerio? Su marioneta, Thicknesse, se ocupa de los asuntos cotidianos, dejando a Voldemort libre para extender su poder más allá del Ministerio.
-Naturalmente la gente ha adivinado lo que ha ocurrido. Ha habido un cambio muy dramático en la política del Ministerio en los últimos días, y muchos susurran que Voldemort debe estar detrás. Sin embargo, esa es la cuestión. Susurran. No se atreven a confiar los unos en los otros, sin saber en quien confiar, temen hablar, por si acaso sus sospechas son ciertas y sus familias se convierten en objetivos. Si, Voldemort está jugando a un juego muy astuto. Desvelarse a sí mismo podría haber provocado una rebelión abierta. Permaneciendo enmascarado esparce confusión, inseguridad y miedo.
-¿Y este cambio dramático en la política del Ministerio -dijo Harry-, incluye advertir al mundo mágico contra mí en vez de contra Voldemort?
-Indudablemente es parte de ello -dijo Lupin-. y es un golpe maestro. Ahora que Dumbledore está muerto, tu... El Chico que Vivió... eres claramente el símbolo y punto de apoyo de cualquier resistencia contra Voldemort. Pero sugiriendo que fue tu mano la que acabó con el viejo héroe, Voldemort no solo puede poner precio a tu cabeza, sino que siembra duda y miedo en cualquiera de los que te habrían defendido.
-Entretanto, el Ministerio ha empezado a moverse contra los nacidos muggles. -Lupin señaló a El Profeta-. Mirad la página dos.
Hermione pasó las páginas con misma expresión de disgusto que habia mostrado mientras sujetaba Secretos de las Artes Mas Oscuras.
-Registro de nacidos muggles, -leyó en voz alta-. El Ministerio de Magia emprende una investigación sobre los así llamados "nacidos muggles" para comprender mejor como llegan a poseer secretos mágicos.
-Investigaciones recientes llevadas a cabo por el Departamento de Misterios revelan que la magia solo puede pasar de una persona a otra cuando tienen hijos. Cuando no hay ninguna prueba de que existan antepasados magos, por consiguiente, los así llamados nacidos muggles probablemente hayan obtenido poder mágico robándolo o arrebatándolo a la fuerza.
-El Ministerio está decidido a castigar a tales usurpadores de poder mágico, y es con este fin que invita a los así llamados nacidos muggles a presentarse para una entrevista con la recientemente creada Comisión de Registro de los Nacidos Muggles.
-La gente no dejará que ocurra esto, -dijo Ron.
-Está ocurriendo, Ron, -dijo Lupin- Los nacidos muggles están siendo rodeados mientras hablamos.
-¿Pero cómo se suponen que han robado la magia? -dijo Ron-. Es una locura, si pudieras robar magia no habría ningún Squib, ¿verdad?
-Lo sé, -dijo Lupin-. No obstante, a menos que puedas probar que tienes al menos un pariente cercano mago, ahora se estima que has obtenido tu poder mágico ilegalmente y debes sufrir el castigo.
Ron miró a Hermione, después dijo:
-¿Y si los sangre pura y los de sangre media juran que un nacido muggle es parte de su familia? Diré a todo el mundo que Hermione es mi prima...
Hermione cubrió la mano de Ron con las suyas y apretó.
-Gracias, Ron, pero no podría dejar que tú...
-No tienes elección, -dijo Ron ferozmente, apretándole la mano en respuesta-. Te enseñaré mi árbol familiar para que puedas responder a cualquier pregunta sobre él.
Hermione soltó una risa temblorosa.
-Ron, estamos a la fuga con Harry Potter, la persona más buscada del pais, no creo que eso importe. Si fuera a volver a la escuela sería distinto. ¿Que planea Voldemort para Hogwarts? -preguntó a Lupin.
-Asistir es ahora obligatorio para cada joven bruja o mago -replicó él-. Se anunció ayer. Es un cambio, porque nunca antes fue obligatorio. Por supuesto, casi todos los magos y brujas ingleses han sido educados en Hogwarts, pero sus padres tenía derecho a enseñarles en casa o enviarlos al extranjero si lo preferían. De esta forma, Voldemort tendrá a toda la población mágica vigilada desde corta edad. Y también es otra forma de limpiar la maleza de los nacidos muggles porque los estudiantes deben tener Status de Sangre... significa que han probado ante el Ministerio que son descendientes de magos... antes de que se les permita asistir.
Harry se sintió enfermo y furioso. Es este momento, excitados chicos y chicas de once años estarían enfrascados en la lectura de un montón de libros de hechizos recién comprados, ignorando que nunca verían Hogwarts, que quizás nunca volverían a ver a sus familias tampoco.
-Es... es... -murmuró, luchando por encontrar las palabras que hicieran justicia al horror de sus pensamientos, pero Lupin dijo quedamente.
-Lo sé.
Lupin dudó.
-Entenderé que no puedas confirmar esto, Harry, pero la Orden tiene la impresión de que Dumbledore te encargó una misión.
-Lo hizo -replicó Harry-, y Ron y Hermione están al tanto y vienen conmigo.
-¿Puedes confiarme en qué consiste esa misión?
Harry miró a la cara prematuramente envejecida, enmarcada por espeso pero canoso pelo, y deseó darle una respuesta diferente.
-No puedo Remus. Lo siento. Si Dumbledore no te lo contó no creo que yo pueda.
-Sabía que dirías eso, -dijo Lupin, parecía decepcionado-. Pero aún así podría serte de alguna utilidad. Ya saber lo que soy y lo que puedo hacer. Podría ir con vosotros y proporcionaros protección. No habría necesidad de que me contaras exactamente lo que estás tramando.
Harry dudó. Era una oferta muy tentadora, aunque como podrían mantener su misión en secreto para él si estaba con ellos todo el tiempo era algo que no alcanzaba a imaginar.
Hermione, sin embargo, se quedó perpleja.
-¿Pero y qué hay de Tonks? -preguntó.
-¿Qué pasa con ella? -dijo Lupin.
-Bueno, -dijo Hermione, frunciendo el ceño-. ¡Estás casado! ¿Cómo va a sentirse ella si te largas con nosotros?
-Tonks estará perfectamente a salvo -dijo Lupin-. Estará en casa de sus padres.
Había algo extraño en el tono de Lupin; era casi frío. Había algo raro en la idea de Tonks ocultándose en casa de sus padres; ella era, después de todo, un miembro de la Orden y, por lo que Harry sabía de ella, probablemente querría estar en medio de la acción.
-¿Remus -dijo Hermione tentativamente-, todo va bien... ya sabes... entre vosotros?
-Todo va bien, gracias, -dijo Lupin bruscamente.
Hermione se puso colorada. Hubo una pausa, una torpe y embarazosa, y después Lupin dijo, con aire de estar obligándose a sí mismo a admitir algo desagradable.
-Tonks está embarazada.
-¡Oh, maravilloso! -chilló Hermione.
-¡Excelente! -dijo Ron entusiamado.
-Felicidades, -dijo Harry.
Lupin les dedicó una sonrisa tan artificial que fue más bien una mueca, después dijo:
-¿Entonces... aceptas mi oferta? ¿Los tres se convertirán en cuatro? No puedo creer que Dumbledore lo hubiera desaprovado, me designó como vuestro profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, después de todo. Y debo deciros que creo que nos enfrentamos a una magia que muchos de nosotros nunca podimos preveer o imaginar.
Ron y Hermione miraron ambos a Harry.
-Solo... solo para dejarlo claro -dijo él-. ¿Quieres dejar a Tonks en casa de sus padres y venir con nosotros?
-Estará perfectamente a salvo allí, ellos se ocuparán de ella, -dijo Lupin. Hablaba con una determinación que rayaba en la indiferencia-. Harry, estoy seguro de que James habría deseado que me quedara contigo.
-Bueno -dijo Harry lentamente-. Yo no. Estoy bastante seguro de que mi padre habría querido saber por qué no te quedabas con tu propio hijo, en realidad.
La cara de Lupin perdió todo color. La temperatura de la cocina podría haber caído diez grados. Ron recorría la habitación con la mirada como si estuviera aprendiéndosela de memoria mientras los ojos de Hermione saltaban de Harry a Lupin.
-No lo entiendes -dijo Lupin al fin.
-Explícamelo entonces -dijo Harry.
Lupin tragó.
-Yo... cometí un grave error casándome con Tonks. Lo hice contra mi buen juicio y me he arrepentido mucho desde entonces.
-Ya veo -dijo Harry-, ¿así que te deshaces de ella y del niño y sales corriendo con nosotros?
Lupin saltó sobre sus pies. Su silla cayó hacia atrás, y les miró tan ferozmente que Harry vio, por primera vez, la sombra del lobo bajo la cara humana.
-¿No entiendes lo que he hecho a mi mujer y a mi hijo nonato? ¡Nunca debí casarme con ella, la he convertido en una paria!
Lupin pateó a un lado la silla que había volcado.
-¡Tú solo me has visto entre los de la Orden, o bajo la protección de Dumbledore en Howargts! ¡No sabes como ve la mayoría del mundo mágico a las criaturas como yo! Cuando conozcen mi afección, a penas pueden hablarme. ¿No ves lo que he hecho? Incluso su propio familia está disgustada con nuestro matrimonio, ¿qué padres querrían que su única hija se casara con un hombrelobo? Y el niño... el niño...
Lupin realmente se estaba arrancando manojos de pelo; parecía bastante trastornado.
-¡Mi raza normalmente no procrea! Será como yo, estoy convencido de ello... ¿como puedo perdonarme a mí mismo, cuando sabía que me arriesgaba a pasar mi propia condición a un niño inocente? ¡Y si, por algún milagro no es como yo, será mejor, un millón de veces mejor, no tener un padre del que siempre tuviera que sentirse avergonzado!
-¡Remus! -susurró Hermione, con lágrimas en los ojos-. No digas eso... ¿cómo podría ningún niño avergonzarte de ti?
-Oh, no sé, Hermione, -dijo Harry-. Yo estoy bastante avergonzado de él.
Harry no sabía de donde salía su rabia, pero le había compelido a ponerse en pie también. Lupin tenía el mismo aspecto que hubiera tenido si Harry le hubiera golpeado.
-Si el nuevo régimen cree que los nacidos muggles son malos -dijo Harry-. ¿qué harán con un medio hombrelobo cuyo padre es miembro de la Orden? Mi padre murió intentando protegernos a mi madre y a mí, ¿y crees que él te diría que abandonaras a tu hijo y fueras a la aventura con nosotros?
-¿Cómo... cómo te atreves? -dijo Lupin-. Esto no es por gusto.. por peligro o gloria personal... ¿cómo te atreves a sugerir tal cosa...?
-Creo que estás siendo un poco atrevido -dijo Harry-. Calzándote los zapatos de Sirius.
-¡Harry, no! -le suplicó Hermione, pero él continuó mirando a la cara lívida de Lupin.
-Nunca me habría creído esto -dijo Harry-. El hombre que me enseñó a luchar contra los dementores... un cobarde.
Lupin sacó su varita tan rápido que Harry dificilmente tuvo tiempo de coger la suya; se oyó un sonoro bang y se sintió volar hacia atrás como si le hubieran dado un puñetazo, golpeó la pared de la cocina y se deslizó hasta el suelo, captó un vistazo del ruedo de la capa de Lupin desapareciendo por la puerta.
-¡Remus, Remus, vuelve! -gritó Hermione, pero Lupin no respondió. Un momento después oyeron la puerta principal cerrarse de golpe.
-¡Harry! -lloró Hermione-. ¿Como has podido?
-Fue fácil -dijo Harry. Se puso en pie, podía sentir un bulto hinchándose en su cabeza donde había golpeado la pared. Todavía estaba tan lleno de rabia que estaba temblando.
-¡No me mires así! -exclamó a Hermione.
-No la pagues con ella -gruñó Ron.
-No... no... ¡no debemos pelear! -dijo Hermione, lanzándose entre ellos.
-No deberías haber dicho esas cosas a Lupin -dijo Ron a Harry.
-Se lo merecía -dijo Harry. Imágenes sueltas recorrieron su mente. Sirius cayendo a través del velo, Dumbledore suspendido, roto, en medio del aire, un destello de luz verde y la voz de su madre, suplicando piedad...
-Los padres -dijo Harry-, no deberían abandonar a sus hijos a menos... a menos que tengan que hacerlo.
-Harry -dijo Hermione, estirando hacia él una mano consoladora, pero él se encogió y se apartó, con los ojos en el fuego que Hermione había conjurado. Una vez había hablado con Lupin ante esta chimenea, buscando consuelo con respecto a James, y Lupin le había consolado. Ahora la cara blanca y torturada de Lupin se mecía en el aire ante él. Sintió una enfermiza ráfaga de remordimiento. Ni Ron ni Hermione hablaban, pero Harry estaba seguro de que se miraban el uno al otro a sus espaldas, comunicándose silenciosamente.
Se giró y los pilló dándose apresuradamente la espalda el uno al otro.
-Sé que no debería haberle llamado cobarde.
-No, no deberías -dijo Ron al instante.
-Pero actúa como tal.
-Es lo mismo... -dijo Hermione.
-Lo sé -dijo Harry-. Pero si eso le hace volver con Tonks, habrá valido la pena, ¿no?
No pudo evitar la súplica de su voz. Hermione parecía simpatizar con él, Ron se mostraba inseguro. Harry bajó la mirada a sus pies, pensando en su padre. ¿Habría aprobado James lo que su hijo había dicho a su viejo amigo?
La silenciosa cocina parecía zumbar por la sacudida de la escena reciente y con los reproches no pronunciados de Ron y Hermione. El Profeta que Lupin había traído consigo todavía yacía sobre la mesa, la propia cara de Harry miraba al techo desde la portada. Se acercó a él y se sentó, abriendo una página al azar, y fingiendo leer. No podía concentrarse en las palabras, su mente todavía estaba llena del encuentro con Lupin. Estaba seguro de que Ron y Hermione habían reasumido su comuminicación silenciosa al otro lado de El Profeta. Pasó una página ruidosamente, y el nombre de Dumbledore saltó hacia él. Eso fue un momento o dos antes de que captara el signficado de la fotografía, que mostraba a una familia. Bajo la foto se leían estas palabras: La familia Dumbledore, de izquierda a derecha: Albus, Pervical, sujetando a la recién nacida Ariana, Kendra, y Aberforth.
Captada su atención, Harry examinó la foto más cuidadosamente. El padre de Dumbledore, Percival, era un hombre bien parecido con ojos que parecían tintinear incluso en esta vieja foto desvaída. El bebé, Ariana, era un poco más grande que una barra de pan y de aspecto no muy llamativo. La madre, Kendra, tenía el pelo negro azabache echado hacia atrás en un moño alto. Su cara tenía una cualidad tirante debido a él. Harry pensó en las fotos de nativos americanos que había visto cuando estudió sus ojos oscuros, los pómulos altos, la nariz recta, formalmente compuesta con un vestido de cuello alto. Albus y Aberforth vestían chaquetas de cuello a juego y tenía identicos cortes de pelo. Albus parecía varios años mayor, pero por lo demás los dos chicos se parecían mucho, pero eso había sido antes de que Dumbledore se rompiera la nariz y antes de llevar gafas.
La familia parecía feliz y normal, sonriendo serenamente desde el periódico. El brazo del bebé Ariana ondeaba vagamente dentro y fuera de su chal. Harry miró sobre la foto y vio el titular.

EXTRACTO EXCLUSIVO DE LA PROXIMA BIOGRAFIA DE ALBUS DUMBLEDORE
Por Rita Skeeter
Pensando que dificilmente podría hacerle sentir mucho peor de lo que ya se sentía, Harry empezó a leer:
Orgullosa y arrogante, Kendra Dumbledore no pudo soportar permanecer en en Mould-on-the-Wold después de que su marido Percival fuera públicamente arrestado y encerrado en Azkaban. Por consiguiente decidió desarraigar a la familia y reacomodarla en el Valle de Godric, el pueblo que después ganaría fama como el escenario de la extraña escapada de Harry Potter de Quien-ustedes-ya-saben.
Como Mould-on-the-Wold, el Valle de Godric era hogar de un buen número de familias de magos, pero Kendra no entabló relación con ninguna de ellas, evitaba la curiosidad sobre el crimen de su marido que había soportado en el pueblo anterior. Rechazó repetidamente los amigables avances de sus nuevos vecinos magos, pronto se seguró de que su familia se mantuviera aislada.
"Me cerró la puerta en la cara cuando fui a darle la bienvenida con un caldero de Cauldron Cakes caseros" dijo Bathilda Bahshot. "La primera vez que estuve allí solo vi a los dos chicos. No habría sabido que tenía una hija si no hubiera estado recogiendo hierbas a la luz de la luna un invierno después de que se mudaran. Vi a Kendra conduciendo a Ariana hasta el jardín de atrás. La paseó por el césped, manteniendo una garra firme sobre ella, luego la volvió a entrar dentro. No supe qué pensar.
Parece ser que Kendra pensó que mudarse al Valle de Godric era la oportunidad perfecta para ocultar a Arianna de una vez y para siempre, algo que probablemente había estado planeando durante años. La oportunidad del momento fue significativa. Ariana tenía apenas siete años cuando se perdió de vista, y los siete es la edad mágica en la que la mayoría de los expertos está de acuerdo en que se revela la magia a sí misma, si se presenta. Nadie vivo actualmente recuerda a Arianna demostrando la más mínima señal de habilidad mágica. Parece claro, por lo tanto, que Kendra tomó la decisión de ocultar la existencia de su hija antes que sufrir la vergüenza de admitir que había dado a luz a un a Squib. Mudarse lejos de amigos y vecinos que conocían a Ariana, por supuesto, haría que mantenerla prisionera fuera más fácil. Podía contarse con el pequeño número de personas que de ahí en adelante conocieron la existencia de Arianna para mantener el secreto, incluyendo a sus dos hermanos, que desviaban preguntas embarazosas con la respuesta que su madre les había enseñado. "Mi hermana es demasiado frágil para la escuela".

Próxima semana: Albus Dumbledore en Hogwarts... los Premios y la Presencia.

Harry había estado equivocado. Lo que había leído le había hecho sentir peor. Volvió a mirar la fotografía de la aparentemente feliz familia. ¿Era cierto? ¿Cómo podía averiguarlo? Deseaba ir al Valle de Godric, incluso si Bathilda no estaba en condiciones de hablar con él; quería visitar el lugar donde Dumbledore había perdido a aquellos a los que amaba. Estaba en proceso de bajar el periódico, para preguntar a Ron y Hermione su opinión, cuando un ensordecedor crack llenó la cocina.
Por primera vez en tres días Harry se había olvidado del todo de Kreacher. Su primer pensamiento fue que Lupin había irrumpido en la habitación, y durante una fracción de segundo, no se fijó en la masa de extremidades que se retorcían y que había aparecido de la nada junto a su silla. Se apresuró a ponerse en pie mientras Keacker se desenredaba y se inclinaba ante Harry, croando,
-Kreacher ha vuelto con el ladrón Mundungus Fletcher, Amo.
Mundungus luchó por levantarse y sacó su varita. Hermione sin embargo, fue demasiado rápida para él.
-¡Expelliarmus!
La varita de Mundungus voló por el aire y Hermione la cogió. Con los ojos salvajes, Mundungus se lanzó hacia las escaleras; Ron le hizo un placaje y Mundungus golpeó el suelo de piedra con un crujido amortiguado.
-¿Qué? -gritó a voz en cuello, retorciéndose en su intento por liberarse del agarre de Ron-. ¿Que he hecho? Mandarme a un sangriento elfo doméstico, ¿a qué estás jugando, qué he hecho?, suéltame, suéltame o...
-No estás en posición de formular amenazas -dijo Harry. Lanzó a un lado el periódico, cruzó la cocina en unas pocas zancadas, y se puso de rodillas junto a Mundungus que dejó de luchar aterrado. Ron se levantó, jadeando, y observó como Harry apuntaba su varita deliberadamente hacia la nariz de Mundungus. Mundungus hedía a sudor rancio y humo de tabaco. Su pelo estaba enredado y su túnica manchada.
-Kreacher se disculpa por la tardanza en traer al ladrón, Amo -croó el elfo-. Fletcher sabe como evitar la captura, tiene muchos escondrijos y cómplices. No obstante, Kreacher atrapó al ladrón al final.
-Lo has hecho realmente bien, Kreacher -dijo Harry, y el elfo hizo una reverencia.
-Bueno, tenemos unas cuantas preguntas para ti -dijo Harry a Mundungus, que gritó al instante.
-¿Me entró el pánico, vale? Nunca quise ir para empezar, sin ofender, colega, pero nunca me ofrecí voluntario para morir por ti, y era el mismísimo Quien-tu-ya-sabes el que venía volando hacia mí, todo el mundo se largaba, dije todo el rato que no quería hacerlo…
-Para tu información, el resto de nosotros no Desapareció -dijo Hermione.
-Bueno, entonces sois unos malditos héroes, ¿verdad?, pero yo nunca fingí presentarme voluntario para que me mataran...
-No estamos interesados en por qué dejaste en la estacada a Ojoloco -dijo Harry, moviendo su varita un poco más cerca de los ojos perrunos e inyectados de sangre de Mundungus-. Ya sabíamos que eras un pedazo de escoria indigno de confianza.
-Bueno entonces, ¿por qué me mandas elfos domésticos? ¿O esto va de las copas de nuevo? No tengo ya ninguna de ellas, o te las habría dev...
-No es por las copas tampoco, aunque te vas acercando -dijo Harry-. Cállate y escucha.
Era maravilloso tener algo que hacer, alguien a quien poder exigir un trocito de verdad. La varita de Harry estaba ahora tan cerca del puente de la nariz de Mundungus que Mundungus bizqueaba intentando mantener la vista fija en ella.
-Cuando limpiaste esta casa de cualquier cosa de valor. -Empezó Harry, pero Mundungus le interrumpió de nuevo.
-A Sirius ningun le interesó nada de esta basura...
Se produjo un sonido de pies corriendo, un destello de cobre brillante, un resonante clang y un grito de agonía. Kreacher había ido corriendo hacia Mundungus y le había golpeado en la cabeza con una cacerola.
-Quítamelo de encima, quítamelo de encima. ¡Deberían encerrarlo! -gritaba Mundungus, acobardado cuando Kreacher alzó de nuevo la pesada cacerola.
-¡Kreacher, no! -gritó Harry.
Los flacos brazos de Kreacher temblaban por el peso de la cacerola, todavía sostenida en alto.
-¿Quizás solo un poco más, Amo Harry, por suerte?
Ron rio.
-Le necesitamos consciente, Kreacher, pero si necesita que lo persuadan podrás hacer los honores -dijo Harry.
-Muchas gracias, Amo -dijo Kreacher con una reverencia, y retorcedió una corta distancia, sus grandes ojos pálidos todavía estaban fijos en Mundungus con aversión.
-Cuando despojaste esta casa de todo lo de valor que pudiste encontrar. -Empezó Harry de nuevo-, cogiste unas cuantas cosas de la alacena de la cocina. Había allí un guadapelo. -La boca de Harry se quedó de repente seca. Podía sentir la tensión de Ron y Hermione y también la excitación-. ¿Que hiciste con él?
-¿Por qué? -preguntó Mundungus-. ¿Tenía algún valor?
-¡Todavía lo tiene! -gritó Hermione.
-No, no lo tiene -dijo Ron astutamente-. Se pregunta si debió haber pedido más dinero por él.
-¿Más? -dijo Mundungus-. Eso habría sido dificil.... dado que me lo quitaron, ¿verdad? No tuve elección.
-¿Qué quieres decir?
-Estaba vendiendo en el Callejón Diagon y ella se presentó y mi preguntó si tenía licencia para vender artefactos mágicos. Menuda entrometida. Me iba a arrestar, pero se le antojó el guardapelo y me dijo que se lo llevaba y me dejaría en paz por el momento, y supongo que tuve suerte.
-¿Quién era esa mujer? -preguntó Harry.
-No sé, alguna vieja bruja del Ministerio.
Mundungus pensó por un momento, frunciendo la frente.
-Pequeña. Con un sombrerito en lo alto de la cabea.
Frunció el ceño y después añadió:
-Parecía un sapo.
Harry dejó caer su varita. Esta golpeó a Mundungus en la nariz y disparó chispas rojas hacia sus cejas, que se incendiaron.
-¡Aguamenti! -gritó Hermione, y un chorro de agua surgió de su varita, empapando a un balbuceante y ahogado Mundungus.
Harry levantó la mirada y vio su propia sorpresa reflejada en las caras de Ron y Hermione. Las cicatrices del dorso de su mano derecha parecían estar cosquilleando otra vez.

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